Pues ya está. Se acabó y se terminó. La Semana Grande de este año es ya historia. He oído a algún responsable llenarse la boca con que ha sido la mejor del mundo mundial. Creo que exageran. Ha estado bien, como lo ha venido estando en los últimos años. Solo dos cosas la diferencian: el mogollón de gente en la ciudad y el buen tiempo. No ha llovido apenas un solo día y eso ha hecho que los huecos del programa, que los ha habido, se hayan llenado a base de playa. Pero ha sido una buena fiesta, que conste.
A falta de pan, fuegos. Como soy un enamorado de los fuegos artificiales, diré que ha habido colecciones fantásticas. Tampoco comparto la opinión oída de que ha sido la mejor de los 50 años. Ni de coña. Ha habido grandes colecciones y aunque yo le hubiese dado el premio a Ricasa, en mi terna estaban los tres que finalmente se han llevado premio. Me decepcionó el piromusical. No sé, mediocre. Las incursiones locales, un espanto. Los montajes de fábrica, sin más. Mucho abuso del fuego bajo y de los digitales. Eso es fácil de combinar, lo complicado está arriba, donde se notaban las carencias. En ocasiones más que un piromusical eran fuegos con música, que es muy diferente.
Por lo demás, despedida de los gigantes, éxito del Abordaje, música, y el acierto de poner toros de fuego también el último día. Seguramente habrá otras percepciones, pero esta me corresponde. Es mi txoko.