La nueva Tabakalera, con K, abre sus puertas reconvertida en factoría de cultura. A partir de ahora sabremos cómo se gestiona este equipamiento que, a priori, es un gran contenedor en el que oficinas y creación tratarán de convivir.
El edificio que ocupa es, como cabe deducir de su nombre, la antigua fábrica de tabacos de San Sebastián, en la que trabajaron muchos y muchas donostiarras durante décadas.
El edificio se inauguró en 1913, aunque antes la fábrica de tabacos -cuya creación venía a mitigar la pérdida de puestos de trabajo por la supresión de los Fueros por parte del Estado- estuvo en la calle Garibay (foto de arriba), en lo que fue edificio de la alhóndiga, y en ella llegaron a trabajar hasta 700 personas. Mientras, se preparaba el terreno para construir el nuevo edificio, cerca de la entonces plaza de toros de Atocha y de la estación del Norte. Esta foto muestra la plaza, la estación, las obras de construcción de la nueva tabacalera y el puente de madera de María Cristina.
El presupuesto del nuevo edificio alcanzó el 1.250.000 pesetas «de las de entonces», que abonaron la Compañía Arrendataria de Tabacos y el propio Consistorio de San Sebastián.
La obra se retrasó mucho tiempo ya que enseguida se dieron cuenta que el proyecto era demasiado grande para el destino que iba a ser. Hubo incluso ofertas para convertirlo en cuartel del ejército e incluso a fábrica textil, pero las cigarreras de la Tabacalera -todavía en Garibay- hicieron presiones y tras muchos dimes y diretes se consiguió que las obras finalizaran en 1911. Al año siguiente se produjo el traslado a la nueva ubicación y el 18 de julio (curiosa fecha, eh..) de 1913 se procedió a la inauguración.
Cuentan las crónicas que trabajar en la Tabacalera era un puesto muy solicitado. Entonces, la mujer tampoco tenía muchas alternativas para trabajar fuera de casa y, por regla general, había preferencia entre familiares y descendientes de quienes ya formaban parte de la plantilla.
Parece ser que no se pagaba mal, cobrando incluso más que algunos hombres que trabajaban en las fábricas del entorno. La salida de los turnos de trabajo era casi un acontecimiento. Vestían durante el turno con uniformes beiges (cigarreras y capatazas) o azules (maestras) y antes abandonar la fábrica tenían que pasar por un cacheo para ver si alguien se llevaba tabaco de «extrangis..»
Un dato: en el añó 1969 se produjeron 162 millones de cajetillas de Celtas Cortos y otros 48 millones de cajetillas de Celtas Largos con filtro. Ya fumábamos, eh!
La fábrica como tal, que en los últimos tiempos había ido disminuyendo su producción, finalizó su vida en 2003, recolocando a los trabajadores en otras fábricas de la empresa, fundamentalmente en Logroño.
A partir de ahí, las instituciones decidieron ir a por el edificio. El entonces alcalde, Odón Elorza, hizo una toma simbólica del mismo acompañado de su concejal de cultura. La idea era clara: destinar la antigua Tabacalera a contenedor de cultura contemporánea. Ahí surgió la «K» de Tabakalera.
Conseguido el objetivo de hacerse con el edificio, Tabakalera fue moldeando su proyecto definitivo. Entonces, pasear por sus estancias era adentrarse en un pasado de esplendor como factoría de tabacos..su escalera central de madera, sus naves donde las cigarreras operaban y fabricaban cigarrillos, los patios, los almacenes..
Finalmente, en abril de 2011 se inician las obras
Y así, hemos llegado al día de hoy. Puesta de largo de la nueva Tabakalera, en la que estarán algunos de los principales actores culturales de la ciudad: Zinemaldia, Filmoteca Vasca, lo que era Arteleku..habrá hotel y un restaurante-cafetería en su parte alta, bajo el prisma de la polémica desde el que las vistas que se abren son nuevas en la ciudad. Pero eso ya es otra historia, otro capítulo que comienza ahora.
El Traje de los Domingos 