No sé si os he aburrido con esta narración del viaje a los países Bálticos, pero bueno, pensé que quizás os animaba a más de uno a acercarse por esos lares. Tranquilos, el periplo termina hoy con la visita a la capital de Estonia: Tallin.
Qué bellezón! Una ciudad que tiene un encanto especial, un casco histórico impresionante, animación callejera..en fin, una de las capitales europeas más bellas, según dicen. Fue fundada en 1219 por invasores daneses. Tras su etapa soviética, alcanzó la independencia en 1991.
La parte vieja, que es un maravilloso entorno medieval ha provocado que sea declarada Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco. Callejear por sus barrios, la ciudad alta y la baja, perderse en sus calles, descubrir rincones llenos de edificios emblemáticos, sentarse en una terraza..es sencillamente una delicia. Así lo saben también los finlandeses que casi todos los fines de semana desembarcan en masa en la ciudad (Helsinki está a una hora en ferry) para cocerse y gastar sus euros.
Como en casi todas las ciudades del recorrido, las religiones diversas conviven en perfecta sintonía. Así, podemos ver catedrales luteranas, católicas, ortodoxas..Entre estas últimas, destaca la catedral Alexander Nevsky, un edificio de bonito porte.
La ciudad, que es amurallada, permite recorrer su perímetro y atravesar sus diversas puertas de entrada. En una de ellas está un baluarte redondo de dimensiones grandes al que le llaman «La gorda».
Para los turistas, hay un enclave natural al modo de un disneylandia de la cultura estonia en el que se pueden ver construcciones antiguas, modos de vida, costumbres..Es el Museo Etnográfico de Rocca al Mare. Bueno, no deja de ser curioso.
Igual queda cutre, pero en Tallin se celebró el Festival de Eurovisión en el que cantó «Rosa de Spain», jaja. Por mucho que miré, no ví ninguna placa o escultura que recordarse su paso por la ciudad.
Una visita curiosa es una de las farmacias más antiguas de Europa que sigue estando abierta y que recibe a diario la visita de cientos de turistas ávidos de descubrir pócimas o pastillas de cualquier tipo. Allí encontré una tableta de chocolate de chocolate. Vamos, de marihuana.
Pues eso, que Tallín bien vale una visita. Y una misa, si quieres, también. Espero que te haya entretenido el viaje y que no te haya cansado con mis historias. Estaré hecho un abuelo Cebolleta.