Una de las plazas menos transitadas de la Parte Vieja donostiarra es la plaza Lasala y ello pese al encanto que tiene ese lugar, rodeado por las calles Perujuantxo, Bilintx y Campanario.
La plaza está dedicada a Fermin de Lasala y Urbieta, nacido en Donostia en 1798 y fallecido en 1853, que fue Alcalde de San Sebastián, Diputado Foral de Gipuzkoa y Diputado en Cortes. Fue el padre del Duque de Mandas, que todos conocemos en San Sebastián por el legado que dejó a la ciudad en esa preciosidad que es el parque Cristina Enea. Por la época que le tocó vivir, fue uno de los responsables de los proyectos que supusieron la reconstrucción de San Sebastián tras el incendio de 1813.
En su memoria, el Ayuntamiento donostiarra en sesión de abril de 1853 decidió dar su nombre a la entonces llamada Plazulea de la Aduana, pasándose a llamar Plaza de Lasala.
Ahora sí da esa sensación de ser una zona como de paso, no hay mucha presencia de gente en su interior. No siempre fue así. Mira cómo se lo montaban hace décadas..
En la foto se aprecia a la comparsa de percebes, una de las tradicionales del carnaval donostiarra que hace unos años fue recuperada para el actual carnaval.
Las fotos de grupo eran habituales en la plaza de Lasala, aunque al león de la estatua que preside la misma, parece que le tocaba aguantar la broma de turno. En eso hemos cambiado poco. No son pocas las esculturas que padecen el asalto del gracioso de turno.
¿Sabes que la plaza no siempre fue un lugar despejado y que era sitio habitual para aparcar? Yo sí me acuerdo. Entonces el propio león era «devorado» por los coches que estacionaban en la zona, con almacén subterráneo incluido. Lo verás en esta foto aérea.
La plaza fue reformada dentro del proceso de rehabilitación integral de la Parte Vieja de San Sebastián. Entonces, desaparecieron los coches, el subterráneo y al león (que en 2008 también fue reparado porque presentaba síntomas de oxidación) le cambiaron la peana, le colocaron un chorro de agua que sale de su boca y, poco después, decidieron cerrar el grifo para que no gastase demasiado. Hoy sigue siendo una plaza poco transitada, fuera de los circuitos turísticos y, sin embargo, entrañable.