Echando un vistazo al pasado y salvadas las diferencias, tampoco las actuales navidades se alejan mucho de las que se celebraban hace décadas en San Sebastián. Se han «actualizado», que diría el listo de turno pero las tradiciones se mantienen vivas y los ritos siguen cumpliéndose año tras años. Somos unos clásicos.
Quizás llame la atención la costumbre que perduró años en la ciudad de dejar el aguinaldo a diversos oficios, entre ellos los Guardias Municipales que regulaban el tráfico en los cruces y calles más concurridas de la ciudad. Llegaba el coche, paraba y sacaba el aguinaldo que el agraciado agente acumulaba para llevárselo a casa. Viendo las fotos, eran auténticas cestas navideñas! Seguro que alguno de los actuales agentes echan en falta esta tradición perdida..
El guardia del Boule llevaba un buen pellizo, tambores de jabón incluídos.
Tampoco se quedaba manco el de la Avenida
Otro clásico, la lotería. No es que San Sebastián haya resultado muy agraciado con el Gordo, pero tampoco es que no se haya dejado ver. Por ejemplo en 1975, recién muerto Franco, el Gordo cayó en los cuarteles de Loyola, dejando una lluvia de dos mil millones de las pesetas de entonces. Se vendió en la administración de la calle Embeltrán, hoy desaparecida, junto a la pastelería Izar.
Seguimos avanzando y descubrimos, cómo no, el Belén de la Plaza de Gipuzkoa. Recuerdo cuando era niño que era todo un acontecimiento acercarnos a la plaza para disfrutar de aquellos muñecos que tenían de todo: frutas, juguetes, pistolas…hasta estrellas y palomas de madera en los árboles. Lleva la tradición 58 años desde que se creara en 1957. Ahora se han incorporado otras figuras al Belén, desde el Olentzero a Herodes y su legión de romanos. Han desaparecido las barcas que se colocaban en el estanque para «hacer puntería» con los duros y pesetas..mientras el listillo de turno se colaba por la noche en el mismo para hacer su «pesca» particular.
Un clásico entre los clásicos es la Feria de Santo Tomás. Entonces sólo reducida a la Plaza de la Constitución, hoy extendida a toda la Parte Vieja, Plaza de Gipuzkoa, Okendo…y diversos barrios. Entonces, los niños acudíamos a ver la cerda cual de Tiranosaurus Rex en Jurassic Park. Había gente que vendía boletos para su rifa y hoy mero elemento decorativo, pese a seguir acaparando la atención de miles de personas. Entonces la txistorra convivía con las rosquillas de anís, los primeros juguetes y los capones. Hoy, hay tartas, talos de maiz con bacon, artesanía de aquí y de allá, bolsos, jabones (¿vuelve el aguinaldo de los guardias municipales?) y mil y un productos diferentes
También ha cambiado la decoración de la ciudad. Ahora hay más luces en las calles, aunque bajones hemos tenido, y la animación comercial es mayor. Pero entonces tampoco se quedaban cortos: arcos de luces, abetos navideños, corchos gigantes..Por ejemplo, este árbol al final de la Avenida, frente a los desaparecidos Fabricantes Unidos.
Hoy el árbol es postmoderno y de luces y «luce» en la plaza del Buen Pastor o en los jardines del Palacio de Miramar. Hay hasta Olentzeros gigantes hinchables que se suben a los edificios.
Y por último, las cabalgatas. La del Olentzero, de reciente tradición y la de Reyes Magos, en sus versiones de carrozas, camellos y hasta elefantes.
Recuerdo cómo alucinaba con la cabalgata de niño. Hoy sigo haciéndolo, desde diferentes perspectivas. Es uno de mis momentos del año. Entonces se echaba mano de los soldados de Loyola, que aportaban las mulas del cuartel llenas de regalos. «Ahí va el mío!» Las carrozas, los rebaños..y sus majestades, en ocasiones con betún en la cara..pero afortunadamente con mejor aspecto últimamente.
No es por nada, pero la estampa de los Reyes Magos a camello por nuestras playas..no tiene igual. Este año, volveremos a disfrutar de esa foto en la playa de Zurriola
Son nuestras navidades..así las disfrutamos. Entre cotillones y cohetes, christmas y franceses en busca de fiesta. A disfrutarlas.